26 de Abril de 2024

La derrota en la elección presidencial de 2012 representó para la izquierda mexicana el fin del proyecto unificado en torno a la figura del caudillo Andrés Manuel López Obrador. La ausencia de canales de negociación efectivos entre el grupo mayoritario al interior del PRD —Nueva Izquierda— y el tabasqueño generaron la ruptura que concluyó con la separación del líder carismático de las filas partidarias y la construcción de Morena como la alternativa de izquierda contestataria. La división de la izquierda entre los lopezobradoristas y Los Chuchos y sus aliados se fue haciendo cada vez más patente, ante el arribo del proceso electoral de próximo 7 de junio.

El Pacto por México fue la gota que derramó el vaso. La idea de que negociar con el Gobierno priista les rendiría frutos en términos de una oposición de izquierda capaz de obtener beneficios propios de su agenda política, hizo que Nueva Izquierda se alejara totalmente de la estrategia y métodos de los radicales. El asunto se complicó cuando la matanza de Iguala evidenció los errores de la dirigencia del Sol Azteca durante la etapa en donde el clientelismo corporativo unía a AMLO y a Los Chuchos alrededor de candidatos populares, pero ajenos a prácticas legales y legítimas, allá en Guerrero.

El bajo perfil de López Obrador en el tema de Iguala deriva de su estrecho vínculo con Lázaro Mazón, ex secretario de Salud de Aguirre y vínculo ineludible con los bandidos Abarca. La necesidad de la extrema izquierda de responsabilizar al Gobierno de Peña del manejo de la crisis, parte de la imposibilidad de justificar los vínculos entre el PRD y el crimen organizado en esa entidad. La pulverización de la institucionalidad democrática en ese estado hace imposible la presencia de candidato alguno que garantice la reconstrucción política y social de Guerrero en el corto plazo.

A esto habría que añadirle la dinámica propia del PRD de Nueva Izquierda, ganador de la elección interna y abiertamente opuesto a abrir espacios a sus detractores o a quienes desde el interior pretenden dinamitar al partido en beneficio de Morena y su líder iluminado. Por ello la decisión de alejar a Marcelo Ebrard de una candidatura que hubiese representado una negociación generosa con un grupo minoritario, que además había descalificado abiertamente a la nueva dirigencia perredista. Además, dejar a los bejaranistas sin Bejarano al frente de una diputación, expresa con claridad el lejano lugar que se le pretende asignar a esta corriente todavía poderosa, pero también contraria a la izquierda que Los Chuchos quieren construir.

Si Nueva Izquierda y sus aliados pretenden construir una alternativa socialdemócrata dentro del PRD, es este el momento para aumentar las diferencias programáticas y operativas frente a Morena, y poner en la mesa de discusiones la prioridad que representa buscar un electorado más allá del voto duro de la izquierda, para así salir del marginalismo al que están condenados si se limitan a pelear únicamente por los votos de los incondicionales de este segmento de la geometría política. La apuesta puede ser muy riesgosa, pero indispensable si se quiere ofrecer algo atractivo a los ciudadanos desde esta trinchera.