24 de Abril de 2024

Manuel Zepeda Ramos

Auswitchz, el horror, primero nuestros padres enterándose de una verdad anunciada en el momento mismo de la derrota Nazi y la ocupación de los aliados de la Europa todavía ardiendo, que sacó a flote la barbarie; después, mi generación consciente, que se entera del exterminio para pasar del asombro a la indignación.

Los noticieros del cine de los años cuarenta del siglo pasado, en 16 milímetros en blanco y negro, exhibiendo imágenes inimaginables de grandes fosas atestadas de cadáveres famélicos de todas las edades o carretones atestados de huesos humanos con piel pegada a ellos -que eso era y que significaba fielmente la tortura psicológica y la hambruna de muchos meses padecida por hombres y mujeres, niñas y niños-, que iban y venían en los campos de concentración, ante la mirada atónita del ejército aliado que había liberado al Planeta de una locura planteada por el Tercer Reich y que veía en la interpretación de Adolfo Hitler, el nacimiento de un hombre puro que conquistaría al mundo.

 

En la casa familiar, como testigo perenne de lo que nunca habrá de repetirse, todavía se conservan imágenes cinematográficas de la Segunda Guerra Mundial, de los grandes combates protagonizados por los aliados y alemanes en el norte de África y en toda Europa desde Italia y Grecia hasta el izamiento de la bandera soviética en el Reichstag, en el corazón de Berlín, que representa la derrota definitiva del Nazismo para bien de la humanidad. También está toda la guerra del Pacífico, desde el ataque a Pearl Harbor hasta las bombas atómicas explotadas en Hiroshima y Nagasaki en el Japón y que nunca, también para bien de la humanidad, deberá de volver a suceder.

Más de un millón de Judíos fueron exterminados por el nazismo, en grandes cámaras de gases en donde, de manera masiva y cotidiana, desnudos para reciclar la ropa o para facilitar su cremación, le quitaban la vida a cientos de seguidores de la estrella de David, para la indignación eterna de la humanidad.

La aparición de las Naciones Unidas al término de la gran conflagración permitió que los Judíos tuvieran donde edificar su nación en 1948, con Ben Gurión como el primer líder del Estado Israelí. Fue en las tierras milenarias del Oriente Medio, mirando al Mediterráneo; fue en Palestina. De inmediato surgió la gran controversia y el gran temor árabe de ser despojados de sus tierras. En 1966 se dio el conflicto armado Árabe Israelí, conocido como la Guerra de los 6 días y la Franja de Gaza, otrora bastión Egipcio, pasó a ser administrado por los Judíos, autorizando inclusive la construcción de vivienda israelí. Imagínese, esta especie de apartheid aplicado a la Franja de Gaza por parte de Israel ha sido la gran piedra en el zapato entre judíos y árabes. Dio origen a la primera y segunda Intifada -más combates-, que dieron por resultado que la franja fuera de los palestinos pero con el absoluto control de las entradas y salidas de la Franja por parte de los Israelíes, además de los suministros de mercadería de todo tipo.

Hamás, la organización terrorista Palestina reclama la situación de aislamiento real y ofensivo de los Judíos en contra de Palestina, produciéndose otros encuentros más entre Israel y Palestina, en donde siempre el país de la Estrella de David saca la mejor parte y los mínimos muertos, ya que su poderío militar es conocido en el mundo y apoyado por los judíos del Planeta. Al día de hoy no hay familia de la Franja de Gaza que no tenga dos o tres muertos por bombardeos inmisericordes de parte de los Israelíes.

Hace unos días empezó la última andanada de misiles entre Israel y Hamás. En unas cuantas horas la Franja de Gaza es territorio bombardead, la destrucción es tan grande en las viviendas palestinas, que el paisaje de la destrucción que los medios mandan al mundo de la información es similar al que presenciamos un día después del sismo de 1985 en la ciudad de México: muchos edificios colapsados, aplastados en sus losas cuyas columnas desaparecían para enseñar sándwiches de concreto aplastando todo lo que le quedaba a su alcance.

Las redes sociales nos muestran niños mutilados, centenares de ellos, que son auxiliados por padres enloquecidos por el dolor y la impotencia.

El Mundo entero se pregunta que cómo es posible que ahora los judíos le hagan a los árabes lo mismo que los nazis les hicieron, porque lo que está sucediendo en la Franja de Gaza es un real exterminio disfrazado de combate a los terroristas de Hamás que únicamente tienen entre sus bajas a un miembro de la sociedad civil israelí -que es lamentable-, contra medio centenar de palestinos, la mayoría niños, que es imperdonable y calificado ya como crimen de la humanidad.

El pueblo Judío no da crédito a lo que hacen sus gobiernos al respecto.

Me quedo con la imagen del músico judío Daniel Baremboin, gran pianista y director de orquesta que armó una sinfónica con jóvenes músicos israelíes y palestinos que fueron a tocar a la Franja de Gaza, con todos los riesgos que ellos implicaba. El concierto fue un rotundo éxito, a tal grado que a su término lloraron todos los allí presentes, judíos y árabes, a teatro abarrotado.

La música une fronteras y deshace nudos gordianos.

Y la desmemoria humana es tan grande que repite las peores aberraciones de su historia.

 

El hombre es lobo del hombre.