28 de Marzo de 2024

Por Nina Salguero 

El próximo domingo 19 es el Día del Padre, una figura anhelada por los niños que no lo tienen, por los adultos que lo tuvieron y que lo extrañan, y por aquellos que aún continúan como jefes de un hogar, pues a pesar de todo han sabido conservar su matrimonio.

Esa figura, cuyo perfil forma parte de la estabilidad en los primeros años de la infancia, es invaluable. Cuando la madre es soltera la figura paterna es sustituida por el abuelo o los tíos, quienes de ninguna forma llenan las ausencias. Desde luego existen malos padres y también malas madres, pero el tema que me ocupa es la figura del padre de familia.

En los países machistas nunca se escucha decir con el ánimo de ofender “te voy a partir tu padre” o “chinga tu padre”, al contrario, para definir algo que nos causa felicidad, contento o admiración se dice, “¡qué padre estuvo el evento!” Para expresar satisfacción, se expresa diciendo, “¡qué padre!”; sin embargo, para definir algo que no tiene ni principio ni fin se dice, “¡qué desmadre!” Jamás he escuchado que expresen, “¡qué despadre!”, aunque en menor proporción se menciona, “¡estuvo a toda madre!”. El Día de la Madre vemos cómo en las escuelas se festeja a la mamá, pero jamás al padre, éstos permanecen sentados y rezagados del resto del grupo, si es que acompañan a la esposa, y ni un triste vaso con refresco le invitan, mientras que la mamá es festejada con bombo y platillo, debiendo en justicia festejarlos de forma conjunta, pues cada vez más el padre asume el papel de madre, sobre todo cuando ésta trabaja o existe un matrimonio disfuncional.

En la Ciudad de México, Juan Rabindrana Cisneros encabezó hace unas semanas una marcha-mitin, para protestar contra la discriminación de los hombres en los juzgados familiares de la Ciudad de México; estos hombres discriminados demandan que no existe igualdad y equidad; estos padres que sufren alegan con justa razón que los derechos del menor son los más desprotegidos.

Es preocupante el número de divorcios que se dan como solución a los problemas conyugales. La cultura del descarte, “ya no te quiero y te dejo”, es parte de esta nueva forma de acabar con los problemas, pero surgen otros, pues cada año se promueven en la  Ciudad De México, en los 52 juzgados familiares, incluidos 10 orales, 16 mil 633 divorcios, de los cuales cuatro mil 252 tienen hijos. Los padres de familia denunciaron  rezago en la atención de conflictos en los 52 juzgados familiares, llegando la cifra a los 29 mil 079 expedientes al año.

El abogado, siendo abogado, sufrió en carne propia la discriminación, él lucha porque tanto el padre como la madre separados tengan derecho a convivir con los hijos. “Un niño que no ve a su padre o a su madre después de un año o dos años, evidentemente está afectado de por vida, es una cicatriz que jamás se quita, por eso el motivo de esta lucha, por eso solicito el apoyo de todos para que esto cambie”, es el grito que en conjunto unió a los padres para que la sociedad los escuche”.

“Si la madre no quiere que el padre vuelva a ver a sus hijos, será casi imposible volverlos a ver. Pero si se invierten los papeles, a las mujeres no se les multa ni se les arresta, pero a los hombres los meten a la cárcel, situación que vulnera los derechos del sexo masculino a la no discriminación y a la igualdad conforme lo estipula el Artículo 1 y 4 de la Constitución Política Federal”.

En una de las pancartas los señores padres de familia decía una Verdad al Chile, “si yo tengo tiempo para cuidar y convivir con mi hijo, ¿por qué el Juez de lo Familiar prefiere que su madre lo deje en la guardería 12 horas?

La mayor parte de las mujeres cree que negándole al padre convivir con los hijos lo está castigando, y si bien es cierto que eso es un hecho, el niño o los niños también sufren lo indecible.

El padre es el padre, jamás un padrastro podrá suplirlo, aunque le dé un buen trato a los niños; existen casos excepcionales, donde éste asume el papel con tal perfección que son dignos de admiración, pero son los menos. El Doctor en Derecho, Raymundo Martínez Villegas, y Juan Rabindrana Cisneros García luchan porque la figura del padre sea reinsertada con justicia, razón y amor en la vida de los hijos, la posición feminista de la mujer sólo la entenderá cuando a sus hijos varones les hagan exactamente lo mismo. 

Discriminados a morir, hasta los refranes conceden privilegios a la mujer, “Hijo de mi hija, mi nieto, hijo de mi hijo, ¡quién sabe!