19 de Abril de 2024

3 de 3=0 

Por Óscar Mario Beteta

-¿Habrá un solo ciudadano que crea en las declaraciones de quienes buscan un puesto público? Un buen número de los que ahora están en campaña son famosos por su inmoralidad

Es una tomadura de pelo. Una vacilada. Una broma “democrática”. Para decirlo todo, es un engaño. Una farsa. Creer que con la sobada iniciativa 3 de 3 nacerá una nueva clase política, es una utopía. Un sueño irrealizable. Lo corrompido no se rehace. Menos el hombre sin conciencia que no ve más que por sí mismo.

De tiempo atrás, el IMCO y Transparencia Mexicana animaron la idea de que todos los candidatos a puestos electivos presentaran su declaración patrimonial, de intereses y fiscal. Estaban “muy preocupados” porque en México haya mejor democracia, gobernantes honestos y eficaces, y más claridad en el uso de los recursos que manejan.

Empero, ¿qué consistencia tiene su propuesta aunque sea obligatoria, si es altamente probable que falseen el contenido de lo que consignen? Lo que hoy diga un candidato sobre sus intereses, mañana puede resultar falaz y cubrirlo con el cinismo; el patrimonio que dé a conocer es susceptible de esconderse; puede ocultar lo que respecta a sus contribuciones. ¿No es acaso lo común entre los cocodrilos políticos que acechan en todo momento a sus víctimas?

En esa especie de confesionario democrático que es 3 de 3, los aspirantes a conquistar un puesto electoral pueden darse golpes de pecho y jurar que no se han llevado nada; asegurar que a nadie han dañado y garantizar que harán todo por el pueblo, teniendo el firme propósito de atracarlo.

¿Habrá un solo ciudadano que crea en las declaraciones de quienes buscan un puesto público? Un buen número de los que ahora están en campaña son famosos por su inmoralidad. La población los identifica. La venda que se le quiere poner no le impedirá botarlos a su casa al momento de elegir. Son corruptos públicamente señalados de mucho tiempo atrás. Aunque la impunidad suele cubrir los delitos más deleznables, la sociedad ya no está dormida.

Con su experimento, el IMCO y Transparencia Mexicana los “purifica”, los recicla y los vende con una imagen de demócratas y honestos. De verdaderos demonios pretende hacer casi dioses. Cabe preguntarse si el favor es gratuito.

¿Acaso desaparecen las malas mañas de toda una vida de aquellos que, envilecidos, han ascendido precisamente valiéndose de ellas, por un acto hipócrita de contrición que puedan hacer ante un “confesor” y de cuyos líderes se dice que son respetados maestros en fingimiento?

En contraste con la negra broma 3 de 3, está la iniciativa que recién aprobó el Congreso Local de Nuevo León para revocar el mandato al Gobernador, alcaldes y diputados locales; además de la consulta popular y ciudadana, audiencia pública, presupuesto participativo, contralorías sociales…

Éste sí es un trabajo serio, no un jueguito de párvulos. Porque es legal. Y la legalidad obliga. Puesto que los políticos no se reformarán con exhortos de buena fe, es necesario obligarlos. Esta legislación es un caso raro, loable en que el poder, dispuesto a someterse al poder, puede someter a un poder superior.

Es aquí donde la soberanía popular, inalienable e intransferible, delegada únicamente de manera temporal a los representantes, proclives a apropiársela, cobra vigencia total y absoluta.

¿No es este ejemplo el que debería seguirse en todos lados? ¿No es éste el blindaje infalible con el que debería cubrirse esa potestad una y mil veces burlada, pisoteada, desnaturalizada? 

La elección de 12 gobernadores, 965 alcaldes, 388 diputados y asambleístas el próximo 5 de junio, es campo propicio para trabajar en esta línea, no para jugarretas 3 de 3, que incluye las de algunos tracaleros candidatos “independientes”.