28 de Marzo de 2024

Los ingresos tributarios del Municipio de Tuxpan son escasos en número y cuantía y de ahí deviene en una gran parte sus penurias económicas. Es necesario en primer lugar, que los hacendistas municipales se pongan a hacer su trabajo; deben efectuar una profunda revisión de las actuales contribuciones y proceder a hacer una actualización de las mismas. Vamos a poner algunos ejemplos, que pondrán en evidencia la sub tributación fiscal que existe en esta cabecera municipal.

El importe de impuesto predial que pagan los propietarios de bienes inmuebles, es notoriamente muy bajo. Es urgente una recatastración a fin de actualizar los valores de los inmuebles que evidentemente sirven de base para fijar el monto de los tributos que les corresponde pagar a cada propietario o poseedor de un bien inmueble.

Si bien es cierto que los terrenos ejidales están exentos de todo clase de impuestos, también lo es que cuando esas tierras han perdido su vocación agrícola y sobre ellas se han levantado construcciones,  éstas QUEDAN AFECTAS AL PAGO DEL IMPUESTO PREDIAL. En consecuencia, debe hacerse un minucioso inventario de este tipo de inmuebles, y someterlos al pago del impuesto. En efecto, el ejido es una institución creada por el constituyente para la explotación agrícola, ganadera o forestal del terreno que esté afecto a esos fines pero si en ellos se han edificado construcciones para habitación, industria o comercio, el valor de esas edificaciones debe por ley, quedar sujeto al pago del impuesto predial. Este es un enorme filón tributario que ha descuidado el municipio, si partimos de la base de que toda la ciudad está rodeada de tierras ejidales. Es pues momento de que los hacendistas locales se “pongan las pilas” y hagan la catastración de esas edificaciones, para efectos del pago del impuesto predial.

Las licencias para el pago de derechos anuales están subvaluadas y defectuosamente distribuida la carga pública. No es posible que una licencia de bar para un hotel de lujo, soporte el mismo monto de carga tributaria que un modesto bar en un barrio apartado de la ciudad. Esta forma absurda de tributación es contraria a los Principios de Proporcionalidad y Equidad en los cuales se cimenta la carga fiscal. Existen numerosos giros que deben reglamentarse y someterse a la expedición de licencias y refrendo anuales, para efectos del pago de tributo, como son: los estacionamientos públicos, los restaurantes, bares  fondas y loncherías que expenden exclusivamente cerveza para consumo en los propios establecimientos, los llamados cyber cafés, las estéticas, los baños públicos, y otros giros comerciales que requieren del cuidado y vigilancia municipal permanente por la naturaleza de los bienes que expenden o los servicios que prestan. Si la autoridad emplea tiempo y personal para vigilar el funcionamiento de estos negocios, justo es que paguen anualmente una cuota por la expedición o refrendo de sus licencias.

La instalación de  estacionómetros o parquímetros en el primer cuadro de la ciudad, constituye cada día una necesidad más imperiosa, para evitar el abuso en la utilización de los espacios destinados a ese objeto. En efecto, existen propietarios de vehículos que laboran en los establecimientos comerciales u oficinas del primer cuadro y estacionan sus vehículos  todo el día: desde que llegan a las 7 u 8 de la mañana, hasta que salen de sus labores, a las 7 u 8 de la noche, ocasionándole a la ciudadanía un enorme daño. Efectivamente, cuando los ciudadanos comunes y corrientes tenemos que acudir al centro de la ciudad con algún objeto, NUNCA encontramos un solo lugar disponible en las calles. Los estacionamientos públicos están saturados y frecuentemente, abandonamos nuestro propósito, sino no tenemos una verdadera urgencia para acudir a ese lugar. Ahora, que si tenemos necesidad de acudir a una oficina pública instalada en el primer cuadro, nos vemos en la necesidad de viajar en transporte público, o dejar nuestro vehículo a diez o más cuadras de distancia, en donde en algunas ocasiones llegamos por excepción a encontrar algún lugar disponible.

Los gobernados con gusto, pagaríamos el importe del parquímetro, si a cambio de ello, hubiera frecuentemente espacios disponibles. Con una campaña adecuada de convencimiento y orientación a la ciudadanía, creemos que se eliminará cualquier indicio de oposición a tal procedimiento. Todo estriba en que se nos expongan las razones y las ventajas de la instalación de los citados parquímetros. Una vez conseguido este objetivo, el municipio podrá disponer de una importante renta municipal para destinarla a los gastos públicos.

Los propietarios de taxis que establecen sus bases en el primer cuadro de la ciudad, con el objetivo de cargar pasaje, deben obtener una licencia y pagar cuotas por concepto de derechos de uso del suelo público. No es posible que ocasionen GRATIS tantas molestias a los transeúntes, a los propietarios de negocios ubicados frente a esos lugares y a las propias autoridades de tránsito, quiénes frecuentemente destacan agentes en los lugares más conflictivos para resolver los problemas de congestionamiento del tránsito que se originan por el abuso de los taxistas ahí estacionados. Existen numerosas formas y procedimientos para obligarlos a pagar esas cuotas en concepto de derechos fiscales municipales.

Los establecimientos comerciales ubicados en terrenos de las playas o como sucede con una sola  persona, en el propia ribera del río, deben pagar importantes contribuciones municipales. Una situación diferente es la posible concesión federal de que disfrutan por edificar o instalar ahí sus centros de negocios, y otra bien distinta es la actividad comercial que realizan. Por este último concepto deberán pagar una cuota anual por expedición o refrendo de sus correspondientes licencias de funcionamiento.

En fin, los hacendistas del municipio deben encargarse de desarrollar las ideas aquí expuestas y buscar nuevas y mejores fuentes fiscales de financiamiento del gasto público. Está en juego el presente y el futuro de Tuxpan, si no quieren las autoridades enfrentarse a una ciudad quebrada económicamente frente al cada vez más creciente gasto público.